martes, 14 de agosto de 2012

Tú me dijiste...

Adoraría poder terminar este post antes de que alguien entre a la oficina, me interrumpa y se atreva a solicitar algo del trabajo..¿Cómo se atreven?...Bah.

Seguramente nos hemos encontrado en alguna reunión con tus compañeros de la prepa. Esas en las que por la emoción prometes tantas cosas, como : " Hay q reunirnos cada mes, no perder el contacto". Unos prometen hablarse por teléfono, al menos una vez a la semana. Otras tantas organizan una ida al café cada dos. ¿Cuántos realmente lo hacen?...Son tan pocos.

Nos hemos acostumbrado a oir promesas que no serán cumplidas tan fácilmente, que lo peor  es que nosotros mismos prometemos sin en realidad sentir ese compromiso.

Recuerdo cuando era niña y tenía que dejar mi ciudad natal para volver a mi realidad. Odiaba dejar a mi familia y tener que regresar al calor, a los poco simpáticos compañeros de clases, a dejar la multitud por unos cuantos ... Eran las despedidas tan amargas para una niña de 8 años que, al menos mis primas, tenían que recurrir a decirme:
- " Cuando regreses iremos a la pista de hielo"
- "Cuando vuelvas, te llevaré al parque de diversiones"

Y cada temporada vacacional yo regresaba con las estúpidas ganas de ir a patinar o a subirme a los juegos mecánicos y...¿qué? ¿Saben cuántas veces fuí? ¿cuántas me llevaron?..¡¡NINGUNA!!

Desde ese tiempo decidí dejar de tenerle confianza a las promesas de las personas. No es cierto, no cumplen. En detalles tan simples como cuando te despides de una amiga que no habías visto en meses y te encontraste por casualidad, intercambian teléfonos y vuelven a pasar seis meses y nada, te das cuenta la poca formalidad de la gente. de ti mismo.

Esto lo pensé después de que Triana, luego de un par de años de vivir en Canadá, finalmente regresó a Tabasco. Descubrí que incluso ya tiene un empleo y asiste a fiestas y eventos sociales a través de Facebook (puto chismoso) ...Me emocioné al mismo tiempo que le reclamaba (vía MURO)  por qué ya vivíamos en la misma ciudad y no nos hemos visto. Me respondió que a través de un mensaje interno me enviaría su cel para ponernos de acuerdo... 

Un día.
Dos días.
Tres días.

¡CARAJO!...Debe ser muy difícil enviar tu número. Y por mi parte, no la busco más... Yo ya no espero que alguien cumpla el deseo de encontrarnos, si previamente lo prometió. Por eso la sorpresa es minúscula, por eso los encuentros sí realizados me entusiasman y me hacen creer nuevamente en la buena voluntad. Pero son tan pocos, somos tan pocos.

Es como un círculo vicioso en el que caes sin darte cuenta. Por costumbre, protección propia...



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